1/3/12

El acullico de coca y la cultura nacional

Bolivia inicia este mes una campaña internacional para explicar al mundo que la coca no es cocaína y que forma parte de las tradiciones y cultura milenarias del país, por lo que su masticado no debe ser penalizado.
El masticado de coca no se practica solamente en Bolivia, sino en otros países andinos como Ecuador, Perú, Chile y Colombia, e incluso en las provincias del norte argentino. En el caso de las naciones andinas, es una tradición milenaria porque la coca forma parte de la cultura.
Será el propio presidente de Bolivia, Evo Morales, quien encabece la delegación nacional que viajará a Viena, Austria, para participar en el 54 período de sesiones de la Comisión de Estupefacientes a fin de presentar los planteamientos y los argumentos que exigen que la hoja de coca no sea considerada más como un estupefaciente ni sea prohibido su masticado.

Junto al Jefe de Estado irán el canciller David Choquehuanca y una delegación de productores de hoja de coca para dar a conocer al mundo la necesidad de analizar con profundidad esta problemática.

Lo que Bolivia busca con el apoyo de otras naciones es un reconocimiento de las tradiciones culturales e históricas de los pueblos de América del Sur y por ello denunció la Convención de Estupefacientes de 1961 y solicitó, en enero de este año, su adhesión bajo la reserva de que la coca no debe ser más considerada una droga, ni prohibirse su uso tradicional y milenario.
La aceptación de la reserva boliviana a la Convención no quiere decir que todos los países que se adhirieron a ese Tratado estén de acuerdo con el masticado de coca o lo practiquen, sino que reconozcan que hay naciones que tienen asumida esa costumbre en sus culturas desde hace siglos.

El pijcheo de coca no puede ser considerado una práctica adictiva, lo que ha quedado comprobado por estudios especializados internacionales como los realizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que lamentablemente no fueron difundidos como correspondía. Al contrario, se comprobó que el masticado de coca tiene propiedades alimenticias y medicinales.
En una carta enviada a los responsables de la JIFE, el Gobierno boliviano expresó su pesar sobre los criterios emitidos por ese organismo a mediados de febrero que rebasan los límites al emitir “recomendaciones” a las políticas gubernamentales que defienden la coca y su masticado.
Es necesario remarcar que la prohibición del acullico es incompatible con el reconocimiento a la coca como cultivo milenario inscrito en la Constitución Política promulgada en febrero de 2009, por lo que el Gobierno mal podría someter a Bolivia a una Convención que va contra las leyes nacionales.

Bolivia ha demostrado los últimos años, con hechos, su decisión de erradicar gradualmente los cultivos ilegales de hojas de coca que puedan ser desviadas por organizaciones del narcotráfico a la fabricación de cocaína.
De esa manera ha batido todos los récords de reducción de esas plantaciones a fin de que sólo sean autorizados aquellos dirigidos al consumo legal y tradicional.

Es más, el Gobierno ha reiterado su convocatoria a las naciones afectadas por el alto consumo de cocaína y otras drogas, como Estados Unidos y las de los continentes europeo y asiático, a asumir su responsabilidad para evitar el incremento del narcotráfico.

Las autoridades han cuestionado que esas naciones hayan asumido una posición cómoda al exigir la criminalización y reducción de los cultivos de hojas de coca en Colombia, Perú y Bolivia y no ejecutar en su propio territorio acciones que disminuyan la demanda de drogas.

A ello se suma la existencia de dos convenciones contradictorias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que se refieren al control de sustancias controladas y al propio acullico de hojas de coca, una de ellas es la de 1961, que establece 25 años para suprimir esa práctica en países como Bolivia. La otra es de 1988, que autoriza el masticado si existieran antecedentes de su uso milenario, como es el caso.